En las proximidades de una de las lomas culipraninas, se sitúa un manantial que ha sido muy concurrido, conocido “Agua Santa”. De acuerdo al historiado Melipillano Rubén Céspedes, este paradójico topónimo proviene de una anécdota que le ocurrió a un antiguo residente de este páramo, que debido a su ancianidad padecía de un malestar en sus manos.

En uno de sus paseos diarios, sintió el escurrir de un riachuelo (situación anómala en un ambiente de secano). Al llegar al lugar de donde provenía este sonido de escurrimiento, se encontró con una naciente de agua. En dicho manantial, refresco sus manos y rostro. Una vez, de regreso en su casa se dio cuenta que su enfermedad que lo aquejaba, había terminado.  Esta milagrosa cura se lo atribuyo a la milagrosa vertiente encontrada. Posteriormente, lo comento con sus vecinos y con el correr del tiempo se fue propagando las bondades de esta “agua santa”, hasta crecer como un mito popular. De esta mencionada agua santa, no solo se beneficiaron humanos sino también su respectivo ganado que, al usar este riachuelo como abrevadero, los animales se desarrollaban robustos y sanos. Sin embargo, en actualidad, de aquel que arroyuelo corría por una quebrada no queda rastro de su huella hídrica, debido a la condición de sequía extrema que asola a este sector culipranino. Más el mito ha trascendido en la historia local que ha sido tomado como un topónimo de referencia en Culiprán.

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