El circulo de las Palmeras, debe su nombre a las veintitrés palmeras que están dispuestas de manera redondeada. El emplazamiento de dichas palmas ha sido una incógnita desde la construcción de este parque; por lo que, es un hito atrayente para residentes y visitantes.
La medialuna de Culiprán, ubicada en la intersección de los caminos de El Dibujo y Las Chilcas. Se caracteriza por ser una vernácula construcción en gran parte de madera.
Esta cancha de futbol tiene un tiempo de 70 años y se emplaza en las medianías del antiguo Molino de Culiprán, en la ruta G-660.
Este canal de riego fue construido en 1872 por Don Ladislao Larraín Gandarillas, con el objetivo de llevar agua al sector de Cholqui la merced de la boca toma que solicitó, lo que le permite comenzar a construir el canal que él denominará, “Santa Adelaida”. Posteriormente, cambio su nombre al de “canal Culiprán”.
El portezuelo de Culiprán corresponde a una angostura o zona deprimida situada entre dos colinas; por donde cruza la carretera G-60. Esta “ceñida puerta” permite el ingreso y salida al sector norte del Valle de Culiprán.
La Piedra del Peñón, corresponde a un afloramiento rocoso emplazado en Éste es tal vez el punto muy peculiar y resaltante en el cordón montañoso del sector de Culiprán.
Este valle emplazado al suroeste de la ciudad de Melipilla, su irregular territorio se encuentra delimitado por unos cordones montañosos de diversas alturas, donde sobresalen los cerros san Juan de Popeta, Cholqui, Chocalán, Altos de Chocalán, Culiprán, de la Virgen, entre otros.
El puente de la rampla corresponde a una rústica y angosta pasarela. Ubicada en el sector n°4 y está emplazada sobre el estero Popeta, construido por troncos de árboles, que unen las orillas de este riachuelo, y sobre ellos, existen tablones de madera, que han sido cubiertos por el rojizo suelo y pasto del lugar.
En las proximidades de una de las lomas culipraninas, se sitúa un manantial que ha sido muy concurrido, conocido “Agua Santa”. De acuerdo al historiado Melipillano Rubén Céspedes, este paradójico topónimo proviene de una anécdota que le ocurrió a un antiguo residente de este páramo, que debido a su ancianidad padecía de un malestar en sus manos.
Este camino rural, recibe su nombre de acuerdo al historiador melipillano Rubén Céspedes de lo bello de este paraje. Puesto, que parecía hubiese sido dibujado con un lápiz. A ello, se puede agregar que en este camino se ubicaba el jardín de la casa patronal construida posterior al sismo de 1906.