El portezuelo de Culiprán corresponde a una angostura o zona deprimida situada entre dos colinas; por donde cruza la carretera G-60. Esta “ceñida puerta” permite el ingreso y salida al sector norte del Valle de Culiprán.

A un costado del pavimentado camino, se aprecia una gruta de dos niveles, consagrada a la virgen de Lourdes. Esta estructura construida en una blanca albañilería de bloques o de piedra; complementada con una rejilla y escalera de metal, pintadas de color celeste (colores muy propios de esta virgen). Desde la altura, la santísima da su protección y bendición a los conductores y pasajeros, que transitan diariamente por este angosto camino. Por ello, por voluntad popular es que su virginal imagen, está protegida doblemente por su celeste gruta adosada en la pared rocosa del cerro y por un metálico albergue azulino. Por lo cual, no es de extrañar que se precien entorno a la virgen, algunas perpetuas y coloridas flores, placas de agradecimientos y una banca de concreto, para quien se detiene tanto a dar gracias por algún favor concedido como por cierta musitada suplica.  Análogamente, por su posición estratégica esta gruta, sirve como un pequeño mirador, tanto hacia el valle de Culiprán como hacia los sectores rurales que miran con dirección a la ciudad de Melipilla.

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